Cuando los perros se encuentran con correa: lo que debes saber
Los paseos con correa son parte de la rutina diaria de la mayoría de los perros, pero cuando llega el momento de encontrarse con otros perros mientras están sujetos, la cosa puede ponerse… complicada. La razón es simple: aunque la correa es fundamental para su seguridad, también interrumpe algo esencial en la vida canina: la comunicación. Los perros se expresan con todo su cuerpo. Se comunican a través del movimiento, la postura, el olor y el espacio. Cuando están sueltos y tranquilos, suelen acercarse en curvas, detenerse a olfatear, hacer pausas, cambiar de opinión o incluso alejarse por completo. Esa libertad es clave para interpretar las intenciones del otro.
Pero con la correa, ese lenguaje natural se comprime. No pueden moverse con la misma libertad y, a veces, se sienten atrapados o presionados, sobre todo si el espacio es reducido o el otro perro les resulta desconocido. Y cuando un perro siente que no puede retirarse o crear distancia, la tensión aumenta.
Entonces, ¿qué podemos hacer para apoyar a nuestros perros en estos encuentros con correa?
No fuerces el saludo
Si vas por un sendero estrecho y viene otro perro de frente, no tienes por qué dejar que se saluden. De hecho, muchas veces es mejor que no lo hagan.Basta con hacer una curva suave, detenerte a que tu perro huela un arbusto o incluso cruzar la calle. Estos pequeños gestos hacen que tu perro sienta más control y reducen la presión para ambos. Es como ser educado en el lenguaje de los perros.
Evita los acercamientos de frente
De la misma manera que no forzamos el saludo, es importante pensar cómo nos acercamos. Para los perros, caminar directamente hacia otro puede sentirse como una confrontación. Les resulta más cómodo un acercamiento en paralelo o en curva. Si dos perros llegan a interactuar con correa, darles espacio para moverse un poco en arco permite un olfateo más natural y menos tensión corporal.
Elige bien el lugar
Si llega a ocurrir un encuentro, procura que sea en un espacio adecuado. Las aceras estrechas, las puertas o los senderos angostos limitan el movimiento y aumentan la posibilidad de malentendidos. En cambio, busca lugares abiertos y tranquilos, donde los perros puedan rodearse, alejarse o simplemente observar sin sentirse obligados a interactuar. Y aquí un recordatorio importante: no todos los perros quieren saludar, incluso si antes lo han hecho. Al igual que nosotros, tienen estados de ánimo, preferencias y límites. Algunos son más selectivos con sus interacciones, y eso está completamente bien. Incluso el perro más sociable puede no estar de humor para un saludo con correa ese día.
Nuestro rol como tutores es observar, acompañar y defender la comodidad de nuestros perros. No se trata de aislarlos, sino de ofrecerles libertad de elección siempre que sea posible y respetar las señales sutiles con las que nos comunican lo que necesitan. Porque cada paseo no es solo ejercicio, es una conversación. Y cuando aprendemos a escuchar, ellos descubren que pueden confiar en nosotros para mantener esa conversación segura.